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Foto del escritorAyi Turzi

MDQFEST: La casa


La copia de La casa que se exhibió en el 34 Festival internacional de Mar del Plata no era la versión final, hecho del que fuimos advertidos al comienzo de la proyección y que notamos. Por eso procuraré omitir aspectos técnicos fallidos, porque confío en que serán tomados en consideración a la hora de estrenar la versión definitiva. Un carabinero, de guardia en la noche, divisa movimientos extraños en una casona abandonada. Imagenes de noticieros nos advirtieron en el prólogo de la película que en la casa suceden cosas paranormales. El personaje parece ignorarlo, porque ingresa ante la intriga de qué sucede adentro. Y todos sabemos lo que pasa cuando en una película entran a una casa que tenía fama de estar embrujada (y más que nada si la película se llama La casa y es de terror, ¿no es cierto?). Lo mejor que podemos encontrar es la certeza que con poquísimos recursos (un actor, una locación, un auto y apenas unos cameos adicionales) se puede contar una historia. En ese sentido, La casa funciona mucho mejor como una propuesta anclada en el suspenso que en el terror. En especial antes de que el protagonista ingrese a la propiedad, cuando ronda los jardines, logra momentos de mucha tensión que luego, lamentablemente, no puede sostener. Una vez adentro de la casa, la trama se vuelve redundante (es casi una hora de este carabinero siguiendo cosas que no sabe si están o no ahí) y la tensión y el terror pasan a apoyarse sólo en la banda sonora y en los jumpscares, que además de ser un recurso que suma detractores a más no poder, en este caso son previsibles. Sin embargo, el principal problema que tiene La casa son las interpretaciones ideológicas a las que abre la puerta. No puedo hablar de la situación actual (ni pasada) en Chile porque son cuestiones que no conozco a fondo, pero a la vez hay determinados patrones que se repiten a lo largo de Latinoamérica y teniendo en cuenta nuestra historia reciente tampoco puedo evitar tomar una postura. No puedo empatizar con un carabinero, menos si me lo muestran en una peripecia mientras está en funciones, y menos aún si muestra cierto arrepentimiento por hechos que ha perpetrado. No puedo disfrutar de una película donde me cuentan como un brazo ejecutor de la violencia institucional tiene sentimientos, culpa, cargos de conciencia. Terminé yéndome de la sala al finalizar la proyección con cierta impotencia y bronca. Insisto, esta es mi lectura, y si logré hacerla es porque en parte hay elementos que me permitieron construirla. No sé si es lo que se quiso decir, no sé si es una película que pretende ser funcional a la derecha, a la opresión, a la tortura. No lo sé, y me asusta bastante haber llegado a la lectura que hice. Me recordó un poco a Comandos Azules y esa camada de películas nacionales donde la policia era el bien, y me incomodó bastante. Ojo, puedo lidiar a la perfección con la incomodidad, de hecho A Serbian film me parece una película recontra suave, el problema es si alguien toma estos preceptos de modo literal. Si la interceptan (seguro este sea sólo el comienzo de su recorrido por festivales especializados) veanla y luego me cuentan si me volví paranoica en exceso o algo de razón tengo.

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