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En estos tiempos tan faltos de originalidad, llenos de remakes y reboots, Paul Feig fue un poco más lejos. Decidió, además de reiniciar la saga de Cazafantasmas, cambiar el sexo de sus protagonistas. Construyó una especie de bomba de la polémica que, literalmente, dividió al potencial público entre algunos a favor y una abrumadora mayoría en contra. Que "hacen pavadas por la inclusión", que "me arruinaron la infancia", y miles de mensajes mas vaticinaban que la película sería una bazofia de dimensiones bíblicas. Pero no, está muy lejos de ello.
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